20 agosto 2010

Y por fin volví a Peguerinos...

Años atrás, cuando aún la inocencia infantil me llevaba por esos caminos de dios que pronto abandoné, vititábamos con los compañeros parroquiales el maravilloso pueblo de Peguerinos...La historia es larga, pero se podría resumir en que en aquella comarca, donde tampoco allí pasa el tiempo, es donde debutó nuestro Párroco Florentino...Santa María de la Alameda, Peguerinos...Todos ellos en la raya de Ávila y Madrid.

Cada año, y fueron muchos, al finalizar el curso cristiano varios autobuses cargados de alegría, cánticos y ganas de pasarlo bien partían de nuestro Alpedrete con dirección al Pinar de Peguerinos en busca de un día inolvidable...Y os aseguro que se cunplía...

Parada obligada era antes y después Santa María de la Alameda: su iglesia y su bar de carretera...

Y desde hace quizás demasiados años, no había vuelto...Hasta el domingo pasado.

Como cada 15 de agosto miles de nuestros amigos, esos pueblos semiabandonados el resto del año, se llenan de gozo y alegría al recibir a sus vecinos huídos en busca de la calma y la tranquilidad rotas por unos días por sus fiestas mayores...

Y sí, en Peguerinos eran las fiestas.  Tocaban en la Plaza Mayor los "chavales" del Nuevo Mester de Juglaría...Esos segovianos buenos que pasean por toda Castilla sus romances y sus jotas, su cancionero popular, su amor por una tierra, unas costumbres y un folklore que nunca debiera perderse...

Castilla, tierra comunera, como a muchos les gusta aún recordar. Avila, Salamanca, Segovia y demás. Ese año 1521 y ese pueblo llamado Villalar...

Pero por encima de todo, Peguerinos...sus gentes, sus mayores y sus jóvenes unidos por una Jota al Duero. Ese olor a pueblo que tanto amo... Esas escuelas cerradas que tanto dolor me producen...Y esa plaza del pueblo, con su Ayuntamiento engalanado, llena de gozo por una noche compartiendo música de la buena con sus vecinos...

Prometo volver. De día...que Peguerinos tiene mucho que enseñar...



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