En los próximos meses
se aprobará la norma ISO 14046 “Huella de agua: Requerimientos y
directrices” con el objetivo de armonizar el cálculo de este indicador,
que vendrá a sumarse al ya existente sobre la Huella de Carbono, ambas
normas relacionadas sobre el análisis del ciclo de vida de los
productos.
¿Qué información nos
puede ofrecer la huella hídrica? ¿Es un dato que demandamos como
consumidores a las empresas? Son algunas de las preguntas que surgen en
los foros de discusión o entre la gente cuando oye hablar por primera
vez de este indicador.
Aun no somos
conscientes de la importancia de conservar y gestionar adecuadamente los
recursos que disponemos, y por este motivo necesitamos de ciertas
herramientas de gestión, que nos proporcionan la información necesaria
para poder analizar la situación.
Aproximadamente sólo
un 1% del agua dulce que hay en la Tierra, es accesible como agua
potable, de ahí la importancia de conocer cúanta agua se destina a cada
producto. Una vez seamos conscientes de estos datos, podremos valorar
más positivamente el esfuerzo que realizan algunas empresas por reducir
sus consumos de agua, por reutilizarla, buscando incorporar un valor
añadido implicito a su prodcuto final, que muchas veces el consumidor no
aprecia porque no se le ha informado o educado adecuadamente para tener
estos valores en mente a la hora de seleccionar un determinado producto
u otro.
El concepto de Huella Hídrica
se empezó a poner encima de la mesa en el año 1993 debido a la escasez
de agua en Oriente Medio, sin embargo se denominaba como “agua virtual”.
A partir de esta idea, poco a poco se fue definiendo lo que más
adelante conocemos como Huella Hídrica, donde se tiene en cuenta en el
cómputo de consumo de agua no sólo cuando bebemos, sino también en la
elaboración de cada producto que manejamos diariamente en su proceso de
fabricación.
Sería en el año 2002
cuando el holandés Arjen Hoekstra estableció las bases para lo que
actualmente se concibe como la Huella Hídrica. En su esencia consiste en
un indicador que permite conocer el consumo de agua, tando directo como
indirecto del uso eficiente del agua ya sea de una empresa, producto,
páis, etc. A lo largo de los años, se han ido ajustando los procesos de
cálculo que permiten conocer dicho consumo directo e indirecto de agua.
Podemos entender por agua directa la que es necesaria en la fabricación
de un producto, sin tener en cuenta el agua que se ha consumido en el
transporte, en la preparación de las materias primas que se emplean,
etc. Estas etapas previas a la elaboración del producto final es lo que
englobaría el agua indirecta.
Dentro de la Huella Hídrica se han definido tres tipos distintos:
1) Huella Hídrica verde:
es el volumen de agua de lluvia consumida durante el proceso de
producción. Aporta información significativa en procesos asociados a la
agricultura.
2) Huella Hídrica azul: indica el uso consuntivo del agua dulce superficial y subterránea.
3) Huella Hídrica gris: indica el grado de contaminación del agua dulce en el proceso de fabricación.
Es importante
distinguir la proporción de cada una de los tres componentes anteriores.
En función de cúal esté en mayor presencia en el producto, nos dará una
idea más exacta de su composición, y permitirá ajustar con mayor
precisión dónde reducir el consumo de agua.
Para tener una idea de
lo comentado en los párrafos anteriores acerca del consumo de agua, se
muestran en la siguiente tabla algunos ejemplos de composición de la
huella hídrica de algunos alimentos cotidianos:
Producto
|
Huella Hídrica
|
Huella Verde (%)
|
Huella azul (%)
|
Huella gris (%)
|
1 taza de café (125ml)
|
132 litros
|
96
|
1
|
3
|
1 kg de chocolate
|
17196 litros
|
98
|
1
|
1
|
1 jarra de cerveza (250 ml)
|
74 litros
|
85
|
6
|
9
|
1 pizza margarita
|
1256 litros
|
76
|
14
|
10
|
Fuente: http://www.waterfootprint.org
Un valor añadido que
hay que buscar a la Huella Hídrica, es poder identificar el impacto que
supone el consumo de agua a lo largo de toda la cadena de distribución
hasta llegar al receptor final. De esta mansera será más fácíl
sensibilizar al consumidor final, para que sea consciente del coste que
supone en agua cada una de sus acciones.
Los consumidores somos
una parte importante de este proceso, con la capacidad de poder
demandar dicha información para conocer qué productos tienen una huella
hídrica mayor, para cuando vayamos a la compra identifiquemos de forma
clara y sencilla esta información. De este modo, estará en nuestras
manos el poder decidir qué gestión del agua preferimos, si una donde se
despilfarra el agua u otra donde se realiza una gestión sostenible de
dicho recurso.
Con la futura
aprobación de la norma ISO 14046 tendremos ya una herramienta unificada
para que todos los organismos puedan calcular su Huella Hídrica e
informar a los ciudadanos de los esfuerzos que realizan por conseguir
una mejor gestión del agua.
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