La importancia de los ríos pasa
desapercibida en la mayoría de las ocasiones para la sociedad. Sin embargo, es
en torno a estos cursos de agua donde se han desarrollado las civilizaciones y,
sin ellos, sería imposible la vida en este planeta.
Por hacer un símil de rápida
percepción, podría decirse que los ríos son para los territorios como las
arterias, venas y capilares para nuestro cuerpo: al igual que nuestro sistema
circulatorio irriga nuestros tejidos y órganos manteniéndolos vivos y en
funcionamiento, los ríos irrigan el territorio manteniendo la vida y los
procesos naturales en él. De la misma forma que si contaminamos nuestra sangre
u obstruimos una arteria se verán gravemente afectados nuestros tejidos y
órganos, llegando incluso a gangrenarse o a dejar de cumplir sus funciones
-pudiéndonos provocar la muerte en casos graves-, si contaminamos un río o
alteramos su caudal, estaremos afectando a todo el territorio de su cuenca,
destruyendo gran parte de la biodiversidad, alterando los equilibrios de los
ecosistemas e impidiendo muchos procesos naturales.
Cuando un río está libre de
alteraciones e impactos causados por el hombre, no es necesario intervenir...,
salvo para cuidarlo y conservarlo intacto, conservando así todas sus funciones
y procesos ecológicos y la biodiversidad que habitan en él y sus riberas. Pero
cada vez son menos los cursos fluviales no alterados existentes en nuestro
planeta. En los países desarrollados, casi no queda ningún río principal o
afluente importante que no sufra algún tipo de alteración o contaminación.
Cuando los ríos enferman por esta
acción del hombre, es necesario acudir a los médicos de los ríos: los expertos
en restauración fluvial, una actividad que todavía no tiene el reconocimiento
que debiera por parte de las administraciones y que ofrecen una visión
multidisciplinar a la hora de recuperar un río. En España, están organizados en
torno a una organización sin ánimo de lucro: CIREF (Centro Ibérico de
Restauración Fluvial): un grupo de profesionales vinculados a la restauración
de los espacios fluviales en la Península Ibérica, tanto del ámbito de la
universidad como de la Administración, de las actividades de consultoría o
asistencia técnica y de organizaciones no gubernamentales, que tienen un mismo
fin: revertir la actual tendencia de degradación a la que se están viendo
sometidos estos ecosistemas.
El presidente de CIREF, Alfredo
Ollero, profesor en la Universidad de Zaragoza, explica que "muchos ríos
los tenemos enfermos y es necesario recuperar esa situación que han tenido en
el pasado y de la que ahora se han alejado por numerosas prácticas sobre
ellos". Pero por desgracia, las actuaciones que muchas veces las
administraciones públicas llevan a cabo a la hora de recuperar un río no son
las adecuadas y acaban por sentenciar los ecosistemas asociados a los cursos
fluviales. Restaurar no es hacer escolleras, ni encauzar, ni construir azudes,
ni canalizar, ni ajardinar, ni urbanizar, ni maquillar, ni camuflar, ni tantas
otras actuaciones que lo que hacen es impedir que fluya lo natural de un río.
Por el contrario, la restauración fluvial incide (o debería hacerlo) en
recuperar las llanuras de inundación natural y el espacio fluvial, recuperar
los caudales naturales o establecer caudales ambientales que mejoren el funcionamiento
del río, eliminar infraestructuras que impidan la conexión del río o eliminar
la contaminación, entre otras. "Restauración fluvial es en buena medida
dejar a los ríos con libertad; no hacer actuaciones por hacerlas, ni revegetar
ni hacer jardines junto al río", explica Alfredo Ollero. Un punto de vista
en el que coinciden los expertos en restauración fluvial como Josu Elso:
"Estamos demasiado acostumbrados a los jardines urbanos donde se riega y
se corta la hierba, pero un jardín no es algo natural. Un río tiene que ser
algo natural".
Para lograr ese cambio de mentalidad,
los expertos apuestan por la formación de los técnicos y profesionales
implicados en las tareas de restauración de los ríos, como apunta Tony Herrera,
miembro del CIREF y de la Fundación Nueva Cultura del Agua: "Lo que
pretendemos es que sean trabajos hechos por personas primero que estén
sensibilizadas por lo que es un río, qué vegetación tiene que haber en sus
márgenes y riberas, cómo hay que tratar esa vegetación, cómo son las comunidades
de seres vivos que habitan o utilizan el corredor fluvial, cómo hay que hacer
las podas si hay que hacerlas, etc. Y eso implica una formación tanto de los
operarios que van a trabajar como de los técnicos que van a dirigir esos
trabajos".
Y todo ello sin perder de vista que
recuperar o restaurar un río aporta muchos más beneficios de los que a primera
vista se puede pensar: abastecimiento, energía renovable, medicinas,
biodiversidad, los servicios de regulación (recarga de acuíferos, fertilidad del
suelo, control de la erosión...), y por supuesto otros servicios no materiales
como los relacionados con el conocimiento científico, las actividades
recreativas, identidad cultural, paisaje, educación ambiental, o la inspiración
artística, entre otros. Precisamente porque son actuaciones que nos afectan a
toda la ciudadanía es por lo que desde el CIREF inciden en que es necesario
avanzar más en la participación y la educación, sensibilizando a la población
para que participe, se involucre en los proyectos y exija a las
administraciones planes y programas para la restauración de ríos. En este
sentido, los programas de voluntariado y proyectos de custodia fluvial son
claros ejemplos de participación y oportunidades para la restauración ambiental
y consiguen una implicación pública activa en la conservación de los ríos y
acuíferos, y en el seguimiento y mantenimiento de las actuaciones de
restauración que se van implementando. Pero tampoco hay que olvidar que la
conservación y restauración de ríos pueden ser una fuente muy rentable de
empleo estable y cualificado que las administraciones aún no han explorado
suficientemente.
Ricardo Gamaza, especialista en Medio Ambiente.
Publicado en Huffingtonpost
Twitter: www.twitter.com/RicardoGamaza
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