El
Ayuntamiento de Zaragoza decretó alerta naranja el lunes ante la extraordinaria
avenida del río Ebro. Desde el pasado viernes, más de 1.000 personas han sido
desalojadas de sus casas y los retrasos en la previsión de cuándo llegaría la
punta de la crecida a la capital aragonesa han causado alarma entre los
habitantes de la zona, que llevan 48 horas en vilo. Grupos parlamentarios como
el PSOE ya han solicitado a la ministra de Agricultura y Medio Ambiente, Isabel
García Tejerina, que comparezca en el Congreso para explicar la situación
actual, mientras que los grupos ecologistas critican la falta de prevención.
Pero,
¿por qué se produce la subida del río? Las crecidas son fenómenos puntuales que
surgen fundamentalmente por una razón: la concentración de muchas
precipitaciones. Expertos en la materia alertan de que podría darse una segunda
avenida no dentro de mucho tiempo por culpa del deshielo. En todo caso, cuando
se acumula esa gran cantidad de agua como consecuencia de intensas lluvias o
por el deshielo, esta cae en la cuenca del Ebro y se concentra toda en un
momento exacto, que es lo que causa la crecida del río.
La
siguiente pregunta que muchos se hacen es si esta situación se podría haber
evitado o, por lo menos aminorado, a través de políticas y planes concretos de
actuación. Alejandro Alañón, decano del Colegio
de Ingenieros Técnicos de Obras públicas e Ingenieros Civiles (zona Madrid),
explica que las avenidas de este tipo “son muy difíciles de controlar, al igual
que otros fenómenos naturales” y casi “imposibles de evitar”. En principio dice
Alañón, desde el punto de vista político, la única medida que se podría tomar
sería invertir en obras de defensa previa como ya hacen otros países europeos.
De hecho, estos días ya se están empleando algunas como son la creación de
pequeñas presas gracias a los recrecidos con camiones llenos de tierra y arena
que elevan el nivel que tiene que sobrepasar el agua y provocan una bajada.
Otra de las medidas preventivas que más efecto pueden tener, explica el decano,
es la limpieza de los cauces de los ríos y un mantenimiento muy controlado para
evitar tapones que en ocasiones se crean y, que después, contribuyen a
desbordamientos en el momento de la crecida.
En
todo caso, las políticas hidrológicas concretas que tanta polémica han
suscitado durante años, "poco o nada" tienen tener que ver con las
consecuencias de las crecidas. Por ejemplo, el proyecto del Trasvase del
Ebroimpulsado por el expresidente José María Aznar y derogado por José Luis
Rodríguez Zapatero al llegar a la Moncloa en 2004, pretendía repartir el agua
del Ebro a las provincias de Castellón, Alicante, Murcia, Almería, Valencia y
Barcelona. A pesar de las múltiples críticas que cosechó la propuesta, el
proyecto del trasvase en sí, dice Alañón, “no tiene nada que ver” con las
avenidas “ni podría haber ayudado a un control mayor de estas porque no existe
relación”.
Según
explica el decano de Madrid, el fenómeno de la avenida del Ebro como ha sido
este caso reciente “no se puede regular con un trasvase”. El proyecto lo que
contemplaba era ir acumulando todo el agua para después repartirla a otras
comunidades de una "forma solidaria", según manifestó entonces el
propio Aznar. Pero, aunque se hubiera llevado a cabo el trasvase, lo que se
pretendía era almacenar el agua durante todo el año. Y si en un momento
determinado vienen lluvias intensas y se produce una avenida como la del Ebro
este fin de semana "no se puede hacer nada por mucho que se hubiera
implementado el trasvase", insiste el decano.
Sobre
la posibilidad de desarrollar este proyecto de acumulación del agua, Alañón se
muestra pesimista. “Es inviable acumularla porque para eso son necesarios
pantanos o embalses semivacíos, que en este momento no tenemos”. Por otro lado,
las obras de estos embalses "son muy costosas" y no hay que olvidar
que no pueden construirse en cualquier lugar porque su cimentación requiere
unas características específicas, normalmente en zonas altas y con forma de
vaso que después se rellenan con agua, como es una montaña que se pueda cerrar.
El decano del Colegio de Ingenieros recuerda además el "enorme impacto
social" que puede tener la construcción de nuevos embalses en zonas
rurales habitadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario